Como es la lluvia en estos planetas.
Que padre seria que pudiéramos transportarnos a otros mundos.¿qué nos encontraríamos? Viajemos un poco y a sentémonos frente a la ventana de nuestra nave a contemplar.
VENUS:
Comencemos por nuestro propio sistema solar. Venus es un vecino relativamente cercano. También es un planeta rocoso, lo que quiere decir que podríamos "aterrizar" en su superficie, como ya lo han hecho algunas sondas. Pero Venus tiene la merecida fama de ser el planeta del Sistema Solar más caliente. Y es que a ras de tierra se alcanzan los 463ºC. Si parásemos allí nuestra nave nos encontraríamos en un yermo de roca de color pardo rojizo y amarillento donde metales como el plomo serían capaces de evaporarse y "llover" en Venus. Pero viajemos un poco más arriba. Sobre la superficie del planeta se extienden miles de kilómetros de nubes amarillentas.
La temperatura, más arriba, desciende rápidamente hasta varios grados bajo cero. Situémonos entre la superficie y las grandes nubes. De pronto, una fina y torrencial lluvia atraviesa el aire. Pero nunca llega a tocar el suelo pues se evapora de nuevo al subir la temperatura. Pero no es agua lo que golpea la ventana, sino ácido sulfúrico. Este vapor junto a numerosos gases de efecto invernadero son los causantes de que Venus sea el planeta más caliente del sistema. Lo que no impide que también pueda llover aunque sea a muchos kilómetros sobre su superficie.
OGLE-TR-56B:
En la lejana constelación Sagitario se encuentra otro enorme planeta gaseoso llamado OGLE-TR-56B. Este gigante también tiene una densa atmósfera caliente. De hecho, muy, muy caliente. De miles de grados. Tanto que las nubes que la forman son en realidad hierro evaporado. Si nos parásemos a observar esta lluvia extraterrestre que ocurre en puntos concretos del planeta, cuando desciende la temperatura en la zona nocturna, veríamos caer una densa y pegajosa lluvia ardiente de hierro, brillante rojizo, que se pega y se amalgama antes de resbalar lentamente por el cristal. No obstante, si hemos llegado tan lejos en la expedición, no nos importará limpiar después el hierro fundido de la superficie de nuestra nave.
Que maravillosos es observar que en nuestro planeta tierra afortunadamente para los humanos lo que llueve es agua, siempre diré que me encanta ver llover voltear hacia el cielo y sentir en tu cara caer esas gotas de agua, es un delicioso éxtasis.
Comencemos por nuestro propio sistema solar. Venus es un vecino relativamente cercano. También es un planeta rocoso, lo que quiere decir que podríamos "aterrizar" en su superficie, como ya lo han hecho algunas sondas. Pero Venus tiene la merecida fama de ser el planeta del Sistema Solar más caliente. Y es que a ras de tierra se alcanzan los 463ºC. Si parásemos allí nuestra nave nos encontraríamos en un yermo de roca de color pardo rojizo y amarillento donde metales como el plomo serían capaces de evaporarse y "llover" en Venus. Pero viajemos un poco más arriba. Sobre la superficie del planeta se extienden miles de kilómetros de nubes amarillentas.
La temperatura, más arriba, desciende rápidamente hasta varios grados bajo cero. Situémonos entre la superficie y las grandes nubes. De pronto, una fina y torrencial lluvia atraviesa el aire. Pero nunca llega a tocar el suelo pues se evapora de nuevo al subir la temperatura. Pero no es agua lo que golpea la ventana, sino ácido sulfúrico. Este vapor junto a numerosos gases de efecto invernadero son los causantes de que Venus sea el planeta más caliente del sistema. Lo que no impide que también pueda llover aunque sea a muchos kilómetros sobre su superficie.
NEPTUNO:
Vayamos a la parte más alejada del Sistema Solar. Neptuno es enorme. Pero también es en su mayoría gaseoso. En las profundidades "azules" de este planeta se esconde, creemos, un núcleo sólido de roca recubierto por un manto helado. Pero más arriba, un gas espeso y denso compuesto por helio, metano e hidrógeno. Una vez dentro notaremos que la presión es muchísimo más grande de lo que hayamos visto jamás. Con unas 100.000 veces más presión que la que conocemos en nuestro planeta, tendremos que apretar bien las tuercas de nuestro vehículo para poder resistirlo. De hecho, a 7.000 kilómetros bajo la capa superior es tan sumamente grande que los átomos de metano no lo soportan demasiado bien y se descomponen. Pero se recomponen y cristalizan en diamantes que caen sobre el núcleo de Neptuno. Sí, en el corazón de Neptuno llueven diamantes. Algo que sería maravilloso de ver si algo, lo que fuese, pudiese acercarse lo suficiente sin descomponerse a nivel molecular.
¿Por qué llueven diamantes en Neptuno?
Un equipo de investigadores de Alemania y Estados Unidos ha logrado demostrar que se forman "lluvias de diamantes" en los gigantes de hielo de nuestro sistema solar. El equipo ha conseguido simular las condiciones dentro de los gigantes cósmicos, y por primera vez, observar en tiempo real la fisión del hidrocarburo, lo que provoca que el carbono se convierta en pedazos de diamante.
El interior de planetas como Neptuno o Urano se compone de un núcleo sólido envuelto en capas gruesas de una especie de hielo, que está compuesto principalmente de hidrocarburos, agua y amoníaco. Durante mucho tiempo, los astrofísicos han estado especulando acerca de que la presión extrema de más de 10.000 kilómetros bajo la superficie de estos planetas divide los hidrocarburos causando la formación de diamantes, que luego se hunden más profundamente en el interior del planeta. "Hasta ahora, nadie ha sido capaz de observar directamente esta lluvia de diamantes en un escenario experimental", según el Dr. Dominik Kraus, uno de los autores principales del estudio. "En nuestro experimento, expusimos un tipo especial de plástico: el poliestireno, que también consiste en una mezcla de carbono e hidrógeno, a condiciones similares a las de Neptuno o Urano. "
¿Cómo han logrado los científicos este efecto? Conduciendo dos ondas de choque, accionado por un láser óptico extremadamente de gran alcance en combinación con una fuente de rayos X. Aplicando una gran presión y temperaturas de unos cinco mil grados Celsius, comprimieron el plástico. "La primera ola más pequeña y más lenta es superada por otra segunda ola más fuerte", explica Kraus. "La mayoría de los diamantes forman el momento en que ambas olas se superponen". Y como este proceso tarda sólo una fracción de segundo, los investigadores utilizaron la difracción de rayos X ultra-rápida para tomar instantáneas de la creación de los diamantes y los procesos químicos involucrados. "Nuestros experimentos demuestran que casi todos los átomos de carbono se compactan en diamantes de tamaño nanométrico", resume el investigador.
Basándose en estos resultados, los autores del estudio asumen que los diamantes de Neptuno y Urano son estructuras mucho más grandes y probablemente se hunden en el núcleo del planeta durante miles de años. "Nuestros experimentos también nos proporcionan una mejor visión de la estructura de los exoplanetas", anticipa Kraus.
Vayamos a la parte más alejada del Sistema Solar. Neptuno es enorme. Pero también es en su mayoría gaseoso. En las profundidades "azules" de este planeta se esconde, creemos, un núcleo sólido de roca recubierto por un manto helado. Pero más arriba, un gas espeso y denso compuesto por helio, metano e hidrógeno. Una vez dentro notaremos que la presión es muchísimo más grande de lo que hayamos visto jamás. Con unas 100.000 veces más presión que la que conocemos en nuestro planeta, tendremos que apretar bien las tuercas de nuestro vehículo para poder resistirlo. De hecho, a 7.000 kilómetros bajo la capa superior es tan sumamente grande que los átomos de metano no lo soportan demasiado bien y se descomponen. Pero se recomponen y cristalizan en diamantes que caen sobre el núcleo de Neptuno. Sí, en el corazón de Neptuno llueven diamantes. Algo que sería maravilloso de ver si algo, lo que fuese, pudiese acercarse lo suficiente sin descomponerse a nivel molecular.
¿Por qué llueven diamantes en Neptuno?
Un equipo de investigadores de Alemania y Estados Unidos ha logrado demostrar que se forman "lluvias de diamantes" en los gigantes de hielo de nuestro sistema solar. El equipo ha conseguido simular las condiciones dentro de los gigantes cósmicos, y por primera vez, observar en tiempo real la fisión del hidrocarburo, lo que provoca que el carbono se convierta en pedazos de diamante.
El interior de planetas como Neptuno o Urano se compone de un núcleo sólido envuelto en capas gruesas de una especie de hielo, que está compuesto principalmente de hidrocarburos, agua y amoníaco. Durante mucho tiempo, los astrofísicos han estado especulando acerca de que la presión extrema de más de 10.000 kilómetros bajo la superficie de estos planetas divide los hidrocarburos causando la formación de diamantes, que luego se hunden más profundamente en el interior del planeta. "Hasta ahora, nadie ha sido capaz de observar directamente esta lluvia de diamantes en un escenario experimental", según el Dr. Dominik Kraus, uno de los autores principales del estudio. "En nuestro experimento, expusimos un tipo especial de plástico: el poliestireno, que también consiste en una mezcla de carbono e hidrógeno, a condiciones similares a las de Neptuno o Urano. "
¿Cómo han logrado los científicos este efecto? Conduciendo dos ondas de choque, accionado por un láser óptico extremadamente de gran alcance en combinación con una fuente de rayos X. Aplicando una gran presión y temperaturas de unos cinco mil grados Celsius, comprimieron el plástico. "La primera ola más pequeña y más lenta es superada por otra segunda ola más fuerte", explica Kraus. "La mayoría de los diamantes forman el momento en que ambas olas se superponen". Y como este proceso tarda sólo una fracción de segundo, los investigadores utilizaron la difracción de rayos X ultra-rápida para tomar instantáneas de la creación de los diamantes y los procesos químicos involucrados. "Nuestros experimentos demuestran que casi todos los átomos de carbono se compactan en diamantes de tamaño nanométrico", resume el investigador.
Basándose en estos resultados, los autores del estudio asumen que los diamantes de Neptuno y Urano son estructuras mucho más grandes y probablemente se hunden en el núcleo del planeta durante miles de años. "Nuestros experimentos también nos proporcionan una mejor visión de la estructura de los exoplanetas", anticipa Kraus.
TITÁN
En las inmediaciones de Saturno se encuentra uno de los satélites más interesantes del sistema. Si aterrizamos en una de sus laderas rocosas podremos disfrutar de una tarde tranquila. La luz es crepuscular, muy muy débil, pero más que suficiente para ver el tranquilo mar de un tono pardo. La atmósfera crea un cielo suave en el que se ven perfectamente las estrellas a través de un color beige y grisáceo. Y de pronto se pone a llover. Es una lluvia fría, muy fina y que se evapora rápidamente. Además, su olor es muy familiar. Porque en realidad es metano. Al igual que los mares de Titan, las nubes que se condensan y descargan en sus polos contienen gran cantidad de hidrocarburos. Aunque la atmósfera de Titan está formada en su 95% por nitrógeno, la luz ultravioleta juega con los átomos y moléculas formando diversos hidrocarburos que se condensan en las zonas más frías.
En las inmediaciones de Saturno se encuentra uno de los satélites más interesantes del sistema. Si aterrizamos en una de sus laderas rocosas podremos disfrutar de una tarde tranquila. La luz es crepuscular, muy muy débil, pero más que suficiente para ver el tranquilo mar de un tono pardo. La atmósfera crea un cielo suave en el que se ven perfectamente las estrellas a través de un color beige y grisáceo. Y de pronto se pone a llover. Es una lluvia fría, muy fina y que se evapora rápidamente. Además, su olor es muy familiar. Porque en realidad es metano. Al igual que los mares de Titan, las nubes que se condensan y descargan en sus polos contienen gran cantidad de hidrocarburos. Aunque la atmósfera de Titan está formada en su 95% por nitrógeno, la luz ultravioleta juega con los átomos y moléculas formando diversos hidrocarburos que se condensan en las zonas más frías.
HD 189733B:
Salgamos del vecindario. Viajemos hasta la "cercana" HD 189733. Esta enana naranja situada a sesenta y tres años luz de la Tierra ofrece luz y calor al planeta HD 189733B. En su atmósfera probablemente exista vapor de agua. Pero no es esta la que provocaría la lluvia. Porque este gigante gaseoso está a 700ºC. Además, como otros planetas no rocosos, no tiene una superficie como tal. ¿A qué hemos venido, entonces? Lo que llueve en HD 189733B es en realidad "cristal" caliente e irregular constituido por silicio fundido que cae y bulle en una superficie fantástica de color azul.
Salgamos del vecindario. Viajemos hasta la "cercana" HD 189733. Esta enana naranja situada a sesenta y tres años luz de la Tierra ofrece luz y calor al planeta HD 189733B. En su atmósfera probablemente exista vapor de agua. Pero no es esta la que provocaría la lluvia. Porque este gigante gaseoso está a 700ºC. Además, como otros planetas no rocosos, no tiene una superficie como tal. ¿A qué hemos venido, entonces? Lo que llueve en HD 189733B es en realidad "cristal" caliente e irregular constituido por silicio fundido que cae y bulle en una superficie fantástica de color azul.
OGLE-TR-56B:
En la lejana constelación Sagitario se encuentra otro enorme planeta gaseoso llamado OGLE-TR-56B. Este gigante también tiene una densa atmósfera caliente. De hecho, muy, muy caliente. De miles de grados. Tanto que las nubes que la forman son en realidad hierro evaporado. Si nos parásemos a observar esta lluvia extraterrestre que ocurre en puntos concretos del planeta, cuando desciende la temperatura en la zona nocturna, veríamos caer una densa y pegajosa lluvia ardiente de hierro, brillante rojizo, que se pega y se amalgama antes de resbalar lentamente por el cristal. No obstante, si hemos llegado tan lejos en la expedición, no nos importará limpiar después el hierro fundido de la superficie de nuestra nave.
Que maravillosos es observar que en nuestro planeta tierra afortunadamente para los humanos lo que llueve es agua, siempre diré que me encanta ver llover voltear hacia el cielo y sentir en tu cara caer esas gotas de agua, es un delicioso éxtasis.
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