domingo, 6 de julio de 2008

DOCE SEMANAS


Hijo mío:
Hace unos minutos acabo de enterarme que vienes hacia a mi, y que gracias a Dios, si todo esta correcto debes tener entre cuatro y cinco semanas de gestación...mañana visitaremos juntos al doctor. No sabes hijo mío cuánto te he esperado...he puesto toda mi ansiedad y empeño para tu llegada. No sé ni como serás vida mía, pero te envuelvo con todo mi cariño en el espacio de mi vientre reservado para ti.
Tu papá aún no lo sabe. La sorpresa se la daré también mañana. ¿Sabes? Tu padre es el mejor hombre que existe, el mejor esposo, el mejor compañero y él también te espera con gran ilusión.
Ahora por favor duerme, duerme tranquilo mi corazón, mi niño del cielo.


SEXTA SEMANA
Lo emoción más grande amor mío fue enterar a tus abuelos y al resto de la familia. Tu abuela María me compartió un abrazo tan largo y sublime, que no pudimos evitar saborear esas lagrimas de locura y felicidad, de esperanza e ilusión.
Ahora me cuidaré más que nunca, debo darte lo mejor que tengo para que cuando tu llegues, todo en nuestra vida juntos sea descubrir y disfrutarnos.
Tu papá estuvo muy ocupado el día de hoy viendo el fútbol, sé que algún día lo disfrutaremos juntos y sabrás que es como tu, un niño grande. Sí ángel de mi vida, así es tu papá, un hombre con un corazón tan grande y bondadoso que ocupa gran parte de su pecho y su espalda. Tiene 34 años y parece de 24, los mismos que tenía cuando lo conocí. Ahora quiero que sepas que te amo aún antes de saber como serás.
Descansa mi pedacito de cielo. ¡Buenas Noches!

OCTAVA SEMANA
Hola bebé. Aún no puedo creer que tu creces dentro de mí. Mis miedos son menores aunque me cuido y como muy bien para que tu llegues fuerte y sano.
Son casi dos meses, y cada día se me hace más largo. Mi cuerpo sigue casi igual, a excepción de la cintura que comienza a ensancharse. Las piernas también crecieron un poco, pero sé que comienzas ha desarrollarte, exigiendo tu derecho de espacio.
No hay ascos ni mareos, sólo tengo sueño y muchos sueños. Poca es la gente que comparte mi alegría y ya quisiera gritarlo a los cuatro vientos.
Tu papá esta tan impaciente que no lo cree, pero ambos sabemos que nos oyes y nos sientes, sabemos que estas aquí.

DECIMA SEMANA
No sé cuanto tenga que ver el destino o Dios, pero las lecciones de la vida duelen y duelen mucho.Fue todo tan breve, sólo un segundo, pero yo ya te amaba. Primero un dolor intenso, luego sangre y más sangre, mi necedad, mis ganas de aguantarme y luego lo irremediable, tu y yo en el juicio final.
Llegue al hospital, la gente corría de un lugar a otro, los doctores gritaban a las enfermeras que me atendieran. La cara de tu papá estaba desencajada, fuera de sí. Había dolor y miedo. La lágrimas ya secas surcaron su rostro.Cruzamos hasta el quirófano.
Sólo Dios, tu, y yo. Me encomendé y puse mi existencia en sus manos, luego silencio, vacío, dolor, recuerdo. Ya todo había pasado.
Te habías ido, te fuiste lento y poco a poco. Y no te pude detener.”Vuelve amor, vuelve por favor”, sé que eres tú mi bebé del tiempo, del espacio, del universo, de mi vida, “No te vayas”.¡Regresa!

SEMANA DOCE:
Hoy por fin pude enfrentarme a esta hoja a la brevedad de mi sentimiento. Ahora siento el vacío y el hueco de mi cuerpo que me recuerda tu ligera estancia en él. Te fuiste y no se si querías estar. Quedé fracturada y seca, rota y malherida.
No sé cuanto tiempo te anide en mi alma, en mis entrañas, en mis sueños, fueron días insinuantes y etéreos.
Cada segundo que pasa es un golpe en el vientre que me recuerda tu ausencia. El dolor físico sólo es superado por el desgarre del alma y sé que no pasará pronto.
Mi respiración es lenta, nadie comprende cuanto podía amarte aún sin conocerte y esperarte para siempre.Sin embargo, sé que Dios no se equivoca, él sabe porqué pasan las cosas y sólo él podría explicarme porqué decidió recuperarte.
¡Dios te guarde hijo mío!

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